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Cuerpos objetos/mujeres objetos
Partiendo del concepto de objetivación de los cuerpos, en el ámbito de la filosofía hay que analizar el cuerpo desde diferentes perspectivas. Por una parte, el cuerpo es experimentado por el hombre como "lo vivido" y sentido, en el que se despliega, expresa y comunica su existencia pero, por otra parte, el cuerpo se percibe como algo que se tiene para ser manejado, propiciando así las condiciones que se atribuyen a las "cosas" que poseemos en propiedad.
Este fenómeno de cosificación, de tratar como objeto propio los cuerpos, produce una amenaza a la unidad del sujeto que afecta a la desintegración del yo y conlleva una degradación personal. Estos fenómenos de alienación que sufre el hombre, hasta límites patológicos, suponen la pérdida de su integración en el mundo y el sentido de su existencia.
Al buscar por internet, al escuchar un titular en las noticias, al leer una novela o al visitar una galería podemos encontrarnos a la mujer-objeto. Se preguntará entonces ¿qué es la mujer-objeto? Aquí las respuestas pueden variar dependiendo del escenario. Si los dos términos hacen parte de algún mensaje publicitario se evoca a la modelo, la muñeca, el maniquí, la mujer-objeto fetiche para una sociedad que resalta sus valores eróticos y sensuales. Si dicha noción hace parte de una noticia, ésta seguramente informa alguna situación de violencia donde la mujer es agredida, excluida, violada o asesinada. Si las dos palabras aparecen en una narración, posiblemente allí se relata la experiencia de una mujer que se siente desvalorizada, ofendida, agraviada por su compañero, padre o jefe en la sociedad. Si mujer-objeto es el concepto de una obra de arte, tal vez ésta estará cuestionando los estereotipos de las mujeres en distintas sociedades.
Lo cierto es que esta noción pocas veces se relaciona con un evento, en el cual, las mujeres pueden salir airosas de cualquier crítica. Todo lo contrario, en las sociedades modernas y contemporáneas –donde el objeto se asocia a la imagen de una cosa que el sujeto utiliza, manipula o determina de acuerdo a su deseo–, la categoría de mujer-objeto se emplea para remitirse a aquel individuo a quien no se le reconoce una identidad propia. En otras palabras, el término se utiliza para evocar la idea de una mujer dispuesta a satisfacer los deseos y necesidades de los hombres. Por eso, no es extraño que dicha categoría, la mayoría de veces, resulte ser cuestionada, rechazada y desprestigiada en los trabajos que se reúnen bajo el movimiento político, social y teórico denominado feminismo, el cual se consolida en el siglo XX.
Para autoras como Luce Irigaray, Catharine Mackinnon, Celia Amorós, Carole Pateman –quienes hacen parte del argumento principal del presente texto–, los procesos de objetivación que recae sobre las mujeres son sinónimo del estado de dominación, en el que ellas se encuentran en las diferentes sociedades. De ahí, el interés de estas pensadoras por reconstruir la historia de opresión que sufre la mujer para visibilizar el estado de negación que la determina cuando se asume como “objeto de intercambio, de deseo u objeto sexual”.
El arte como herramienta de transformación social
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